Otro plato tipiquísimo de la gastronomía ubetense, de temporada, y que hace que el paladar te haga viajar al pasado, a esos Jueves Santo en los que, machacado tras salir en procesión en La Columna, y mientras nos quitábamos la túnica en el Real, esperando la bajada de la Humildad (porque antes daba tiempo a encerrarse, dejar el hachón en la Casa de Las Torres, llegar a casa, y ver a La Humildad), y acompañando a un rico hornazo, lo complementábamos con las patatas de la abuela Lola (ver receta), huevos rellenos, fiambre, y estos espárragos en vinagrillo que sabían a gloria. Desgraciadamente, ahora no es igual, excepto el sabor de este manjar silvestre.
Dificultad: Fácil
Tiempo de elaboración: 30 minutos
Ingredientes: - Un manojo de espárragos (si son silvestres mejor, porque están más buenos, y porque el manojo será más grande, siempre que sean recogidos por manos expertas).
- 4 dientes de ajo
- aceite de oliva vírgen, sal, vinagre de vino blanco, pimentón dulce y picante.
Comenzaremos lavando muy bien los espárragos, y los vamos a trocear del tamaño de la foto. La clave para que estén tiernos, es que cortemos los espárragos con la mano, comenzando por la cabeza hasta que se parta con facilidad. Una vez que no se parta, y sólo se doble, o ni eso, desecharemos el resto del espárrago, que será bastante en los silvestres y poco en los comprados.
Estos espárragos los pondremos en una sartén con un culo de aceite y los saltearemos con un poco de sal. Mientras tanto, vamos a laminar los dientes de ajo, y en una cacerola con otro culo de aceite los vamos a dorar más de la cuenta a caso hecho, cogiendo el color de una adolescente en la playa durante el verano.
Una vez tengamos los ajos entre dorados y tostados vamos a añadirle los espárragos de la sartén, añadimos los pimentones al gusto del picante de cada uno, un chorreón generoso de vinagre y cubrimos de agua para que cuezan durante unos 10 minutos para que queden más tiernos.
Cuando ha pasado ese tiempo, retiramos del fuego y metemos a enfriar en el frigorífico, pues es un plato frío, y porque si lo metemos en el horno encendido no vamos a conseguir esto. Por mucho que nos empeñemos.
Y ya está. Este plato se ha comido siempre en mi casa entre el segundo plato y el postre, como un anticipo al postre. Pero como he dicho antes, como en Semana Santa con un hornazo, no hay nada igual.
*Agradezco fervientemente la generosidad de mi cuñado Muro, así como de Santos y Pedro, por los buenos manojos de espárragos que proporcionan a mi familia, porque si dependiera de mis habilidades de búsqueda y recogida de espárragos, esta receta no existiría, o la pondría al estilo "moderno": mucho plato y poco espárrago.
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