Qué suerte tenemos los que tenemos un trabajo, pero más
suerte tienen los que tengan o no trabajo, puedan disfrutar de mañanas
laborales libres, donde los niños están en el colegio, las tiendas y mercados
abiertos, y se puede cocinar lo que se compra fresco del día sobre la marcha
sin agobios, sin niños metiendo a Spiderman en la sartén,sin casi ganas
porque estás cocinando a las 5 de la tarde porque aún estás haciendo la
digestión y sin tener que recurrir a alimentos del congelador. Fruto de una
mañana de las buenas surgió esta receta que comparto con vosotros.
Dificultad:
Difícil
Tiempo de
elaboración: 2 horas
Ingredientes:
-500 gr de
salmón fresco
-1 naranja
-2 limones
-2 dientes
de ajo
-1 cebolla
mediana
-1 puerro
-1/2
pimiento rojo
-2 tomates
- 2 patatas
medianas
-2
zanahorias
-1 litro de
caldo de pescado o fumet propio
-AOVE,
perejil, azafrán en hebra, sal y eneldo
Antes de
comenzar a cocinar propiamente la receta vamos a marinar las ruedas de salmón
fresco. En una badeja de cristal pondremos las ruedas de salmón a las que
echaremos un poco de sal y de eneldo, y por encima verteremos un vaso de zumo
hecho con los limones y la naranja. Es importante que queden cubiertos para
comer después sin hacerlo con las manos, y también que queden cubiertos pero no sumergidos los trozos de salmón por el zumo y los
tendremos un mínimo de una hora, dándoles la vuelta a la mitad de marinado.
Y ahora sí
que vamos a cocinar. Lo primero que haremos será ponernos el mandil y colgarnos
el cernadero* en la cintura.
Después, en una cacerola de barro preferentemente, pondremos a cocer las patatas cortadas a dados y las zanahorias cortadas a ruedas en el litro de caldo de pescado añadiendo el agua que sea necesaria para que cubra suficientemente en el caso de que no realicemos o tengamos hecho previamente un fumet (con una cabeza de pescado, un poco de sal, una cebolla, un tomate rajado y unas cabezas de gambas fritas y luego triuradas, y pasado el caldo por un colador), que incluso podemos tener congelado de haberlo hecho en otra ocasión.
Pero volvamos a la receta de hoy. Mientras hierve la cacerola a la que habremos añadido un puerro para que le potencie aún más el sabor, vamos a sofreír en una sartén los dientes de ajo laminados y el perejil, añadiendo 10 segundos antes de retirarlo del fuego, unas hebras de azafrán. Pasados estos 10 segundos de ajo y perejil a punto de ser cosido (que no cocido) al estar ya enhebrado, pondremos este contenido de la sartén en el mortero. Machacamos, rellenamos de vino y vertemos a la cacerola.
En la misma
sartén y sin limpiarla, con un pelímetro de aceite vamos a saltear la cebolla
muy picada, añadiendo cuando esté dorada el pimiento rojo muy picado y los
tomates rallados, y seguimos salteando. Cuando el tomate haya perdido el agua y
se empiece a oler a sofrito rico rico, lo vamos a añadir también a la cacerola
y dejamos que cueza todo unos veinte minutos.
Seguimos con la misma sartén sin limpiar donde vamos a sellar los dados de salmón que habremos cortado y desraspado tras el marinado. Una vez sellados los reservamos aparte, pues los añadiremos a la cacerola una vez haya terminado de cocer y apaguemos el fuego para que se terminen de hacer con el calor residual.
Y ya está.
Un plato surgido en un saliente de guardia, donde las neuronas están espesas,
se baja a la plaza de abastos, se compran ingredientes al tún tún (y a Jero el
pescadero y Juan el frutero), y se realiza esta receta improvisada, pero que
volveré a hacer muchas veces. Porque está buenísima y porque la he escrito para
este blog conforme la he terminado de hacer para que no se me olvide. Puedes
acompañar el plato con unas ruedas de huevo cocido, que no sé si es éticamente
y gastronómicamente correcto, por lo que puedo recibir críticas y comentarios
muy duros, pero más duro es… el huevo
*Cernadero .- Forma de denominar en
Úbeda y sus alrededores al paño de cocina. Realmente no sé si es “cernadero” o “cesnadero”
o “cernaero”, pero sí sé que el huevo es duro.
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